Aunque durante años se han asociado principalmente con el entretenimiento, los videojuegos están demostrando ser herramientas útiles para el desarrollo de habilidades cognitivas. Juegos de estrategia, rompecabezas, simuladores y juegos de acción requieren toma de decisiones rápida, memoria de trabajo y coordinación mano-ojo, habilidades clave para el rendimiento mental.
Diversos estudios han mostrado que jugar videojuegos de manera moderada puede mejorar la atención sostenida, la flexibilidad cognitiva y la capacidad de resolver problemas bajo presión. Esto ha motivado a educadores y terapeutas a integrar videojuegos en programas de aprendizaje y estimulación cognitiva, especialmente en niños y adultos mayores.
En el ámbito laboral, algunas empresas están explorando videojuegos como recursos para capacitar a sus empleados. Juegos de simulación, por ejemplo, permiten entrenar habilidades blandas como liderazgo, negociación o gestión del tiempo en entornos virtuales controlados, lo que favorece el aprendizaje activo.
Por supuesto, no todos los videojuegos tienen el mismo impacto. El contenido, el tipo de interacción y el tiempo de exposición son factores determinantes. Mientras algunos títulos fomentan la violencia o la adicción, otros promueven la colaboración, la creatividad y el pensamiento estratégico.
Jugar con intención y moderación puede tener beneficios sorprendentes para la mente. Más allá del ocio, los videojuegos representan una herramienta con potencial educativo y cognitivo, si se utilizan de forma responsable y orientada.





