El sistema financiero argentino atraviesa un proceso acelerado de transformación digital, impulsado por los cambios en los hábitos de los usuarios, la necesidad de reducir costos operativos y la creciente competencia de las fintech. Según datos del Banco Central (BCRA), el 79% de las operaciones bancarias en el país ya se realizan por canales digitales, principalmente a través de aplicaciones móviles, lo que marca un punto de inflexión en la relación entre los bancos y sus clientes. Esta tendencia, que se profundizó tras la pandemia, continúa consolidándose con inversiones tecnológicas récord por parte de las principales entidades del país.

Los bancos tradicionales destinan hoy entre el 10% y el 15% de su presupuesto anual a la transformación digital, con foco en mejorar la experiencia del usuario, reforzar la ciberseguridad y automatizar procesos internos. Instituciones como Santander, Galicia y BBVA han reportado aumentos de hasta un 40% en la cantidad de usuarios activos en sus plataformas móviles en los últimos dos años. Además, cada vez más entidades incorporan inteligencia artificial para atención automatizada, análisis de datos y detección de fraudes, buscando competir en agilidad con los jugadores 100% digitales.

Uno de los avances más significativos ha sido la interoperabilidad entre plataformas y el crecimiento de los pagos digitales. El sistema Transferencias 3.0, impulsado por el BCRA desde 2021, permitió unificar los pagos con QR y mejorar la competencia entre bancos y billeteras virtuales. De acuerdo con un informe de Red Link, en el primer semestre de 2025 se realizaron más de 400 millones de operaciones con QR interoperable, lo que representa un incremento del 63% respecto al mismo período del año anterior.

No obstante, la digitalización también plantea desafíos estructurales. Uno de los más urgentes es la ciberseguridad: según la consultora BTR Consulting, los ciberataques al sector financiero crecieron un 22% interanual en Argentina, especialmente a través del phishing y la suplantación de identidad. Para mitigar estos riesgos, el sistema bancario incorporó autenticación biométrica, doble factor de verificación y protocolos más estrictos de encriptación, aunque los expertos advierten que el delito informático evoluciona al mismo ritmo que la tecnología.

En paralelo, el avance de las fintech presiona al sistema bancario a adoptar un modelo más ágil y centrado en el cliente. Con más de 350 empresas activas, el ecosistema fintech argentino es el segundo más grande de América Latina, solo detrás de Brasil. Empresas como Ualá, Mercado Pago o Naranja X ya ofrecen cuentas, pagos, tarjetas y créditos, desdibujando las fronteras entre bancos y tecnología. Esta competencia obliga a los bancos a redefinir su propuesta de valor, enfocándose en servicios personalizados, alianzas estratégicas y una mayor inclusión financiera.

El futuro de la banca en Argentina estará marcado por la capacidad de adaptarse a un entorno tecnológico cambiante, sin descuidar la solidez institucional ni la regulación prudencial. El desafío no es solo incorporar tecnología, sino transformar la cultura organizacional para poner al cliente en el centro. En un país donde más del 80% de los adultos posee algún producto financiero, la digitalización no es una opción, sino una necesidad para seguir siendo relevantes. La clave estará en combinar innovación con confianza.

La regulación, por su parte, también enfrenta el reto de acompañar esta transformación sin frenar la innovación. El Banco Central trabaja en nuevas normativas que contemplen la convergencia entre bancos y fintech, al tiempo que busca garantizar la protección de los usuarios y la estabilidad del sistema. En ese sentido, se evalúa una actualización del régimen de entidades financieras y del marco de supervisión tecnológica. La digitalización de la banca argentina ya no es una promesa a futuro, sino un presente que redefine la relación con el dinero, el crédito y el ahorro. Su consolidación dependerá de un delicado equilibrio entre modernización, competencia y seguridad.

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