El sector agroindustrial argentino continúa siendo uno de los pilares de la economía nacional y la principal fuente de divisas. De acuerdo con la Bolsa de Comercio de Rosario, en 2024 las exportaciones del complejo sojero representaron más del 40% del total de ventas externas, seguidas por maíz, trigo y carne vacuna. Sin embargo, la volatilidad de los precios internacionales y los efectos del clima generaron un panorama marcado por la inestabilidad, con márgenes de rentabilidad cada vez más ajustados para los productores.
Las exportaciones agrícolas dependen en gran medida de la producción de la zona núcleo, que concentra más del 70% de la cosecha de granos. Las sequías registradas en los últimos años, producto del fenómeno de La Niña, redujeron significativamente los rindes y afectaron el ingreso de divisas al país. Para 2025, el Servicio Meteorológico Nacional proyecta condiciones más favorables, lo que podría significar una recuperación parcial, aunque los especialistas insisten en que la variabilidad climática es un factor de riesgo constante.
En términos de política económica, las retenciones a las exportaciones agrícolas siguen siendo un punto de conflicto entre el gobierno y el sector. Mientras el oficialismo sostiene que los derechos de exportación son necesarios para sostener la recaudación fiscal y garantizar precios internos accesibles, las entidades rurales advierten que reducen la competitividad y desalientan inversiones en tecnología. La Mesa de Enlace insiste en que una baja gradual de estos impuestos permitiría aumentar los volúmenes exportados.
El comercio internacional ofrece oportunidades, aunque también plantea desafíos. La creciente demanda de proteínas en Asia, en particular de carne bovina y aviar, abre mercados de gran potencial. Sin embargo, el cumplimiento de estándares sanitarios y ambientales se vuelve cada vez más exigente. La Unión Europea, por ejemplo, avanza con regulaciones que limitan la importación de productos vinculados a la deforestación, lo que obliga a los productores argentinos a reforzar trazabilidad y certificaciones.
Las economías regionales tienen un papel importante en la diversificación de exportaciones. Vinos, frutas, yerba mate y productos forestales encuentran nichos de mercado en distintos continentes, aunque enfrentan dificultades logísticas y de financiamiento. El acceso a infraestructura adecuada y a políticas de promoción específicas son reclamos recurrentes de estas cadenas productivas, que buscan mayor visibilidad en el esquema de comercio exterior.
De cara al futuro, el desafío será lograr un equilibrio entre competitividad, sostenibilidad y previsibilidad. La agroindustria demanda reglas claras, infraestructura moderna y acuerdos comerciales que amplíen el acceso a nuevos mercados. Mientras tanto, el aporte del campo a las exportaciones sigue siendo fundamental para la estabilidad macroeconómica del país, en un contexto en el que las divisas resultan escasas y la economía argentina depende en gran medida de su capacidad de producir y vender alimentos al mundo.





