La industria espacial ya no es exclusiva de gobiernos o astronautas. Empresas privadas como SpaceX, Blue Origin y Virgin Galactic están cambiando las reglas del juego y abriendo las puertas al turismo espacial.
En 2021, los primeros civiles viajaron al espacio suborbital, y desde entonces, los avances no han parado. Se espera que para 2030 existan estaciones espaciales privadas que ofrezcan experiencias turísticas de varios días.
Estos viajes no solo prometen vistas espectaculares del planeta, sino también nuevas formas de entretenimiento en gravedad cero. Algunas propuestas incluyen deportes espaciales, restaurantes orbitales y hasta hoteles con vista al cosmos.
Eso sí, los precios todavía son astronómicos: un viaje corto puede costar más de 200 mil dólares. Sin embargo, con el tiempo, se espera que los costos bajen gracias a la reutilización de cohetes y tecnologías más eficientes.
El turismo espacial plantea desafíos logísticos, ambientales y éticos. ¿Deberíamos priorizar estos desarrollos mientras persisten problemas en la Tierra como el cambio climático o la pobreza?
A pesar de las críticas, el sueño de viajar al espacio ya no es exclusivo de la ciencia ficción. Quizás dentro de unos años, planear unas vacaciones fuera del planeta sea algo común.





