El 6 de octubre de 2000, Carlos “Chacho” Álvarez dimitió a la vicepresidencia tras las denuncias de sobornos en el Senado. Su decisión abrió una grieta irreversible en la Alianza y debilitó a Fernando de la Rúa, en medio de tensiones políticas y económicas.


La dimisión de Chacho Álvarez, ocurrida el 6 de octubre de 2000, fue un punto de quiebre en la breve experiencia de la Alianza. El dirigente del Frepaso justificó su salida en el escándalo por supuestos sobornos para aprobar la Reforma Laboral, que salpicaba al entonces ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, y al jefe de la SIDE, Fernando de Santibáñes. Su renuncia, proclamada en el Hotel Castelar, se presentó como un gesto de integridad, pero dejó herido de muerte al gobierno de Fernando de la Rúa.

La tensión estalló cuando el presidente, sin consultar a los referentes aliancistas, reconfiguró su gabinete manteniendo a Santibáñes y promoviendo a Flamarique. Álvarez lo interpretó como una desautorización a su postura, y decidió abandonar la vicepresidencia, alegando que seguiría defendiendo sus ideales desde fuera del poder. Esa decisión fue interpretada por aliados como un error político grave, que debilitó a la coalición y aceleró su derrumbe.

Con los años, la Justicia terminó absolviendo a todos los acusados en la causa de las coimas, al considerar inverosímil el testimonio del arrepentido Mario Pontaquarto. Pese a ello, la renuncia de Álvarez quedó en la historia como un gesto moral que, según algunos, terminó socavando la gobernabilidad. Su salida, recordada 25 años después, sigue siendo símbolo de las tensiones entre ética y pragmatismo en la política argentina.

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