El ministro de Defensa, próximo a asumir como diputado por Mendoza, sostuvo que este equipamiento permitirá reforzar la protección de zonas sensibles del país y asegurar la integridad de sus recursos estratégicos. Explicó que las nuevas aeronaves incorporan capacidades de respuesta rápida y un nivel de modernización que devuelve a la fuerza aérea herramientas clave para enfrentar cualquier escenario.
La llegada de los primeros aviones de combate F-16 a la Argentina representa, para Luis Petri, no solo un hito militar sino también un punto de inflexión en la recuperación de las capacidades de defensa del país. El ministro destacó que esta incorporación marca el fin de una larga etapa de rezago tecnológico y abre una nueva fase para la Fuerza Aérea, que vuelve a contar con un sistema de interceptación moderno tras décadas sin equipamiento de este nivel.
Los F-16, adquiridos a Dinamarca en un paquete de 24 unidades, comenzaron a arribar al país luego de un complejo operativo de traslado que involucró escalas técnicas y coordinación internacional. Junto con los aviones, el acuerdo incluye repuestos, sistemas de entrenamiento, manuales técnicos y simuladores de última generación, lo que permitirá formar pilotos y mecánicos argentinos bajo estándares similares a los de las fuerzas aéreas que operan este modelo en todo el mundo.
Petri también destacó que esta compra se inscribe en una estrategia más amplia orientada a fortalecer la vigilancia del espacio aéreo y proteger recursos de alto valor, como la plataforma continental, los corredores de pesca y zonas energéticas críticas. Según el ministro, la presencia de aeronaves supersónicas con capacidad de respuesta inmediata tiene un impacto directo en la disuasión y en la capacidad del Estado para actuar ante incursiones no autorizadas o situaciones de emergencia.
La llegada de los F-16 exigió además una modernización de la infraestructura militar. La VI Brigada Aérea de Tandil fue sometida a obras de reacondicionamiento para recibir y operar este tipo de aeronaves: se reforzaron hangares, se adecuaron pistas, se actualizaron sistemas eléctricos y se incorporó equipamiento logístico especializado. Este proceso busca asegurar que las unidades puedan operar con eficiencia y mantener un ritmo sostenido de vuelos, entrenamientos y mantenimiento.
La incorporación de estos cazas también abrió un debate dentro del sistema de defensa. Especialistas señalan que, si bien los F-16 representan un salto cualitativo, el país enfrenta desafíos de fondo vinculados al financiamiento, la formación de recursos humanos y la necesidad de renovar otros sistemas militares que quedaron rezagados. Petri, por su parte, defendió la operación afirmando que es la primera pieza de un plan mayor para recuperar capacidades estratégicas y posicionar a la Argentina en un estándar operativo acorde a las exigencias actuales.
De cara a su próximo rol como diputado por Mendoza, el ministro deja la gestión con este proyecto como uno de los pilares de su legado. Según su visión, la modernización iniciada con la llegada de los F-16 refleja la alineación internacional que impulsa el gobierno y consolida una decisión política que, asegura, permitirá que la Argentina recupere un lugar relevante en materia de defensa y cooperación global.






